Fotografías: FERNANDO FRADEJAS
Siguen una rutina diaria en busca de los mejores pastos y del agua en su camino hasta el embalse de Riaño. Las ovejas de Juan Carlos Castaño se pasearon ayer por Campos y Torozos para dejar en el recuerdo una imagen clásica de tiempos de antaño.
Tras descansar entre Peñaflor de Hornija y Valverde de Campos, alrededor de 1.200 ovejas merinas y cabras atravesaron en la tarde de ayer Medina de Rioseco para sorpresa de los viandantes. Una tras otra, siguiendo el paso marcado por los perros y por los cuatro pastores que las acompañan. A la cabeza, Juan Carlos Castaño, que reconoce que «lo más complicado es pasar por los caminos estrechos, ya que son muchas cabezas de ganado, y como en los campos no hay cordeles es fácil entrar en las tierras que están sembradas, pero llevamos a las ovejas muy controladas y no causamos daños».
El camino arrancó el pasado 7 de mayo desde la orilla de Trujillo con el objetivo de poner en valor la trashumancia, una práctica casi desaparecida. «Es la primera vez que lo hacemos de esta manera para así defender una práctica casi extinguida», dice el ganadero de Acebedo (León).
Castaño estima que llegarán a su destino dentro de unos diez días, «aunque depende del tiempo, ya que como mucho recorremos unos 20 kilómetros cada jornada y hay días que dejamos descansar más a las ovejas». A la hora de la planificación, «lo más importante es buscar el agua, una tarea que que nos facilitan los Ayuntamientos de los municipios por los que pasamos, que nos indican en qué lugares hay abrevaderos».
Para Castaño el pastoreo «es el oficio que he vivido desde la infancia y ahora con la trashumancia es una forma de acercarlo a las nuevas generaciones, ya que muchos jóvenes es la primera vez que ven un rebaño de ovejas».